lunes, 27 de febrero de 2012

Mujeres periodistas


Marie Colvin y todas las demás

Por:  23 de febrero de 2012
Por Mercè Rivas Torres

En los últimos meses varias  mujeres periodistas  han sido detenidas, encarceladas y algunas asesinadas. Son minoría respecto a sus compañeros, el 2% de las víctimas, pero sus casos son significativos y alarmantes. La última víctima ha sido la estadounidense Marie Colvin, asesinada ayer en Siria. Colvin, de 56 años, que trabajaba en  The Sunday Times, ha muerto en los bombardeos en el distrito de Bab Amor, el más castigado de la ciudad de Homs.  Periodista con gran experiencia como corresponsal de guerra en Oriente Próximo. Durante un trabajo en Sri Lanka perdió un ojo y desde entonces, llevaba un parche sobre el párpado izquierdo.

Pero al igual que en Oriente medio, resulta especialmente cruda la situación de estas profesionales en México. El año pasado vimos como María Elisabeth Macías, redactora jefe del diario Primera Hora, 


editado en el estado mexicano de Tamaulipas, fue encontrada degollada en el mes de septiembre. Esta mujer de 39 años de edad fue la cuarta periodista asesinada desde el inicio del año 2011, tras los homicidios de Rocío González Trápaga, exreportera de Televisa,  Ana María Marcela Yarce Viveros, fundadora y periodista de la revista semanalContralínea, ocurridos un mes antes,  en el Distrito Federal, y el de Yolanda Ordaz de la Cruz, columnista del diario regional Notiver, el 26 de julio de 2011 en el estado de Veracruz.



María Elizabeth Macías utilizaba las redes sociales para denunciar el narcotráfico en la región. Tenía un blog bajo el seudónimo "la Nena de Nuevo Laredo". Según la Procuraduría General de Justicia del Estado de Tamaulipas, junto al cadáver de la periodista se encontraron dos teclados de ordenador y  un CD, acompañados de un mensaje: "Ok. Nuevo Laredo en vivo y redes sociales. Yo soy la nena de Laredo y aquí estoy por mis reportes… para los que no quieren creer, esto me pasó por mis acciones. Gracias por su atención Atte: La ‘Nena’ de Laredo.



La realidad es que no es la primera vez que junto a un cadáver aparecen mensajes similares. Rocío Gonzalez y Ana María Marcela, de 48 años fueron secuestradas al salir de la redacción de Contralínea y asesinadas por asfixia. Sus cuerpos, encontrados al día siguiente, estaban desnudos, con un lazo alrededor del cuello y las manos y pies atados.



Contralínea, revista publicada desde hace más de diez años,  realiza básicamente periodismo de investigación. Debido a sus informaciones es blanco de  campañas de intimidación y de acoso judicial, especialmente a partir de 2007, después de que hiciera revelaciones que importunaron a la empresa petrolera nacional PEMEX.

Hace tan solo unas semanas la periodista hondureña Gilda Silvestrucci, directora del programa En la Plaza de  Radio Globo, denunció estar siendo acosada y amenazada por teléfono. Según el relato de Silvestrucci, en su teléfono recibió un mensaje: "Ya sabemos que tenés tres hijos, que la mayor tiene 15 años, que ahorita andás en la calle con tu hijo de siete años, y que la mayor está en tu casa, cuidando a la niña de un año, y te vamos a matar". Al mismo tiempo recibían llamadas amenazantes su madre e hija mayor.


Silvestrucci es miembro de la organización Periodistas por la Vida y la Libertad de Expresión, que había presentado, a finales de diciembre,  una  denuncia ante la Fiscalía de Derechos Humanos  contra  Porfirio Lobo Sosa, Presidente de la República,  así como contra numerosos jefes del Ejército hondureño acusándolos de abuso de autoridad y “tratos crueles, inhumanos y degradantes”. Desde la toma de posesión de Lobo Sosa han sidoasesinados 17 periodistas y ninguno de estos casos ha sido clarificado según denuncias de la  organización Human Rights Watch.

Pero al mismo tiempo que morían Rocío González y Ana María Marcela en México,  era asesinada, de un balazo en el cuello,  frente a su casa de Bhopal (India), la bloguera Shehla Masood de 39 años. Activista por el Derecho a la Información (RTI) desde el año 2009, iba a participar en una acción de apoyo a Anna Hazare en una campaña de lucha contra la corrupción. Sus agresores todavía no han sido identificados. 

  

Meses antes  la ciberperiodista  y activista de derechos humanos Govruud Huuchinhuu, miembro de la Alianza Democrática del Sur de Mongolia, desaparecía a la salida del hospital de Tongliao, donde recibía tratamiento contra el cáncer.   Govruud estaba bajo arresto domiciliario desde noviembre de 2010 por pedir en internet la liberación del periodista y ciberdisidente Hada, dirigente del SDMA. 

China, uno de los países en donde la libertad de expresión está seriamente perseguida: una persona puede acabar entre rejas por enviar un tweet. Ese es el caso de Cheng Jianping, de 46 años, que fue enviada a realizar trabajo correccional, durante un año,  por informar a través de Twitter sobre unos activistas japoneses que reclaman unas islas del mar oriental de China.


También resulta altamente escandalosa la situación en la que se encuentran dos periodistas africanas Agnès Uwimana, de Ruanda y  Yirgalem Fisseha,  de Eritrea.  La primera, editora del periódico quincenal Umurabyo, fue detenida en 2010 acusada de publicar “temas delicados”. Esos temas, en realidad, se reducían a denunciar la mano del Gobierno ruandés de Paul Kagame en el asesinato de Jean Leonard Rugambage, editor del periódico opositor Umuvugizi, y en el intento de asesinato, en Sudáfrica, del general disidente, Kayumba Nyamwasa. 



La periodista ya había sido detenida, acusada y sentenciada en 2007 por difamación. Pero, ahora, los cargos son más serios. La comparación del presidente Kagame con Hitler, sacó de sus casillas a los dirigentes ruandeses que la han acusado por desobediencia civil e insultos al jefe del Estado. La detención se produjo coincidiendo con la victoria de Kagame en las elecciones del 9 de julio del año pasado. Unos comicios que ganó por una sospechosa mayoría, después de 15 años en el poder y tras eliminar a la oposición del país. En los meses previos a la elección, el Gobierno llegó a cerrar treinta medios de comunicación y aterrorizó a muchos periodistas críticos, que tuvieron que huir de Ruanda y ahora viven en el exilio.


En Eritrea, en pleno cuerno de África, ejercía la profesión periodística, Yirgalem Fisseha, reportera de Radio Bana. Fue detenida en febrero de 2009, junto con toda la plantilla de la radio y encarcelada primero en una prisión militar y, posteriormente, en una civil, la deMay Swra, donde está aislada, en escasos metros cuadrados y sin ningún tipo de atención. Organizaciones Internacionales han mostrado en reiteradas ocasiones su preocupación por la salud de Fisseha que, a pesar de todo, está sobreviviendo alaislamiento y la tortura pues, tal y como denuncia la Iglesia Evangelista, los detenidos en el país tienen que soportar numerosos malos tratos, entre ellos estar encerrados en contenedores de metal al aire libre, soportando altas temperaturas y enfermedades.
Compartir


Más allá del velo

Artículo de Ángeles Espinosa publicado en El País el 24 de febrero de 2012.

Anisa al Shahbi.

Miren a la mujer de la fotografía. Ahora prepárense para romper estereotipos. Bajo ese velo negro que apenas deja ver los ojos, hay una doctoranda en Filosofía que aspira a dedicarse a la política y llegar a ser diputada. Se llamaAnisa al Shahbi. Tiene 30 años. Y no, no es islamista. Al contrario, Anisa teme el avance de los islamistas en su país, Yemen, y denuncia que durante el año pasado han ganado mucho poder en la universidad de la mano de las protestas para echar al ya expresidente Saleh.

“Han empezado a aparecer carteles en la biblioteca que nos recuerdan que chicas y chicos no debemos sentarnos juntos”, se queja. Pero lo que más le molesta es la aparición de vigilantes. Hace un mes en la Facultad de Ciencias de la Información, varios estudiantes que Anisa identifica como islahis agredieron con palos y piedras a un chico y una chica que estaban juntos “porque no eran familia”. Teme que se generalice esa forma de actuar.

Los islahis son los militantes del Islah, la versión yemení de los Hermanos Musulmanes y hasta ahora el principal partido de oposición. También el más organizado. Desde el inicio de las protestas, sus disciplinados militantes, entre los que se incluye la Nobel Tawakul Kerman, han destacado en la gestión de los servicios en la plaza del Cambio. En los momentos de mayor tensión, fueron ellos quienes se ocuparon de los controles de acceso a la plaza o de mantener la seguridad de las manifestaciones. Ahora, han traslado ese celo al campus.

“Desde que se reanudaron las clases en noviembre, han sustituido a los guardias de la universidad, nos revisan los bolsos y cuestionan la forma como nos cubrimos”, protesta. No me opongo a que haya un servicio de seguridad a la entrada del campus, pero tienen que ser funcionarios, no personas de un determinado partido”, subraya. Los improvisados agentes de la moral ni siquiera llevan una identificación con sus nombres, tan sólo un número.

Resulta difícil imaginar qué más pueden querer que se cubra Anisa. “No hay una norma, pero nos presionan para que nos tapemos la cara”, señala. El velo es sólo la punta del iceberg. “Esos vigilantes reprimen la circulación de ideas, el contenido de los programas o lo que enseñan los profesores, sobre todo en la Facultad de Educación donde el Islah es más fuerte”, denuncia. En su opinión, la universidad tendría que estar abierta a todos, sin que importe el partido, la rama del islam o incluso la religión.

Anisa se muestra preocupada por lo que considera un paso atrás en el camino hacia una mayor igualdad que ella asegura haber vivido cuando entró en la universidad hace una década. “La libertad de la mujer tiene que empezar en la universidad y si aquí se violan nuestros derechos ¿qué va a pasar en la calle?”, se pregunta. Lo peor con todo es la falta de sensibilidad de la sociedad ante esta situación. Según ella, solo en las familias más abiertas se inquietan por lo que sucede, “la mayoría ni siquiera ve el problema”. Y los estudiantes tienen miedo a meterse con sus compañeros del Islah.

“Hablé con la ministra de Derechos Humanos y logré que suspendieran los cacheos a las chicas, aunque siguen registrando a los chicos. También me he quejado al ministro del Interior y al Consejo de Ministros, pero se lavan las manos con el pretexto del inminente cambio de Gobierno tras las elecciones”, enumera mientras muestra copias de sus escritos. Anisa reconoce que le gustaría poder viajar sola sin necesidad de permiso del padre o marido, elegir al hombre con el que casarse e incluso vestirse de otra forma. “Quizá no me quitaría la abaya [sayón negro], al menos no aquí en Yemen, pero sí que mostraría la cara”, confía mientras saca de la cartera una fotografía de estudio en la que muestra una figura voluptuosa a lo Elizabeth Taylor. La chica es un bellezón.

¿Quién le impide enseñar la cara a una mujer adulta, universitaria y con un espíritu independiente como el suyo? En Saná, como en Aden o en Taiz, cada vez más mujeres, sobre todo entre las jóvenes, han hecho como Tawakul y ahora muestran su rostro.

“Lo haría si no fuera por mi madre. Hace dos años tome la decisión, pero cuando se lo comuniqué, se llevó un disgusto y decidí esperar”, explica sin rencor. Comprende las connotaciones familiares y sociales que su proceder llevaría consigo. Alguna de sus hermanas podría perder una propuesta de matrimonio o su padre algún cliente especialmente piadoso. En Yemen, lo que uno hace afecta a la reputación de toda la familia.

“Hay muchas chicas que opinan como yo, pero no se atreven a dar un paso adelante”, afirma. Ella sin embargo no se resigna. Dice que cuando acabe su doctorado quiere dedicarse a la política para llegar un día a ser diputada y trabajar para que las mujeres tenga más educación, más derechos y acceso al control de la natalidad, un factor que considera clave de los problemas de las yemeníes.

Su rebeldía no es fruto de la perversa influencia occidental. Apenas chapurrea inglés, no trabaja para ninguna ONG, ni le ha lavado el cerebro ninguna organización feminista. “Vengo de una familia muy conservadora de la Ciudad Vieja de Saná”, relata, “pero cuando a los seis años me pusieron por primera vez el niqab [el velo que cubre la cara], no paré de llorar en varios días”. Desde entonces ha reclamado más libertad para vestirse, para pensar y estudiar. “Y ese deseo se ha ampliado con los años”, concluye.

sábado, 4 de febrero de 2012

Waris Dirie, la lucha contra la ablación



Waris Dirie nació en el seno de una familia nómada musulmana somalí del clan de Darod. Waris significa “Flor del desierto”. Nació en 1965. Cuando tenía tres años fue mutilada genitalmente. A la edad de trece años fue entregada a un hombre mucho mayor que ella en un matrimonio arreglado, algo a lo que se oponía, y huyo a través del desierto a la capital de Somalia, Mogadiscio a casa de su hermana. En 1981 se traslada a vivir a  Londres. Trabajó en esa época como empleada de la limpieza en Mc Donalds donde, por casualidad, fue descubierta por el fotógrafo inglés Terence Donovan cuando tenía 18 años de edad, que la fotografió, con la entonces desconocida modelo Noemi Campbell para la portada del calendario Pirelli de 1987.3 Poco después fue la primera mujer de color que apareció en la portada de Vogue en Europa. Trabajó para Chanel, L’Oréal, Revlon, Versace. En 1987 aparece en la película de  James Bond.

Ha publicado dos libros contra la ablación “ Amanecer en el desierto” y “Niñas del desierto”. Ha recibido premios y reconocimientos por todo el mundo, se han hecho documentales sobre su vida, ha sido nombrada embajadora de la ONU y ha creado la Fundación Waris Dirie con el fin de luchar contra la mutilación genital femenina.

Día mundial contra la ablación de clítoris, 6 de febrero

Un tema terrible pero que es necesario conocer para poder luchar contra él. A continuación un artículo de Azuzena Rubiato publicado en la web de rtv-e



Ablación genital femenina, la extirpación de los derechos de las niñas

  • Las niñas mutiladas padecerán problemas de salud irreversibles toda su vida
  • Se realiza cada año a 2 millones de menores de entre 4 y 14 años
  • No se hace sólo por creencias religiosas, también por motivos económicos


AZUCENA RUBIATO 05.02.2010

Mama Samateh es de Gambia. Le practicaron una ablación cuando tenía 10 años."Todo el mundo lo hacía", cuenta Samathe."Yo era muy pequeña y sólo pensaba en lo que dolía en ese momento, pero necesité años para darme cuenta del horror que conlleva".

Llegó a Barcelona hace 27 años y empezó a trabajar en la Asociación de Mujeres Anti-mutilación en España (AMMA), primero como voluntaria y ahora como su presidenta. Su lucha: frenar esta lacra en la comunidad africana inmigrante en Cataluña. 

"Se mutila a las mujeres en nombre de la religión y de la cultura, sin embargo no existe ningún versículo del Corán que explicite la obligación de esta agresión física contra la mujer.

Pulsa sobre la imagen para ir al vídeo de RTV-E

El problema es que a menudo las mujeres no saben leer y por tanto no tienen capacidad de defenderse".
Los microcréditos pueden ayudar

Pero no es el religioso el único motivo para llevar a cabo esta prácica. Realizar este servicio por parte de comadronas tradicionales está muy bien remunerado económicamente.

Por eso organizaciones como World Vision, además de informar sobre las consecuencias negativas de la ablación, la ONG también entrega microcréditos a las comadronas, para que opten por otras formas de ganarse la vida.

Para la organización es posible erradicar esta práctica a través de proyectos de información como Stopablacion.org, y de rituales alternativos de iniciación en los que la mutilación genital se reemplaza por un acto simbólico e inocuo.


"No podía dar a luz porque estaba cosida"

Hoy es el Día Mundial contra la ablación femenina, una lacra que se sigue practicando en 29 países.
UNICEF calcula que más de 130 millones de niñas y mujeres de entre 15 y 49 años la han sufrido.  El 60%  vive en África subsahariana y el 40%, en Oriente Medio y África del Norte.


Esta práctica provoca la muerte de muchas mujeres, les priva de una vida sexual sin dolor y convierte en un infierno los partos.

Lo sabe bien la activista ghanesa Efua Dorkenoo de la ONG Equality Now que tuvo que asistir el parto de una mujer somalí mutilada cuando era comadrona en Londres.


Todavía recuerda ese momento con asombro: "Cuando el equipo sanitario la vio no sabía qué hacer. El bebé tuvo que nacer por cesárea". Estaba cortada y cosida de tal forma que ni siquiera podía dar a luz.

A partir de ese momento Efua empezó una campaña para crear una especie de guía con líneas básicas de actuación para afrontar este tipo de situaciones.

Esta es sólo una historia de las muchas que reflejan el coraje individual de todas estas mujeres,  pero hay más. Como el caso de las hermanas Beatrice y Edna Kankie, que huyeron de su casa al descubrir que su padre las preparaba para la mutilación... o como Tato, una activista adolescente que acaba de morir a causa de la MGF.

Estos y otros casos componen el documental África Rising que la Organización Internacional de Derechos Humanos Equility Now ha presentado estos días en Madrid. Documental producido por Equality Now "Africa Rising"

Se practica en 2 millones de niñas al año

Se estima que, cada año, 2 millones de niñas y adolescentes sufrirán la extirpación parcial o total de sus genitales externos. Unas cifras que están aumentando en Europa, Australia, Canadás y EE.UU. entre los inmigrantes procedentes de África y Asia sudoccidental.

Tradicionalmente, la extirpación de parte de los órganos sexuales femeninos se asocia en esos lugares a un rito de preparación de la niña a su papel de esposa y madre, aunque muchas de ellas sufren problemas de salud graves, les priva de una vida sexual normal y en ocasiones mueren como consecuencia de las heridas.
Esta costumbre tiene su origen en la creencia de que la mutilación frena el deseo sexual y garantiza la fidelidad de la mujer a su marido. Paradójicamente es llevada a cabo por otras mujeres del grupo, quienes se encargan de preservar la tradición que ellas también debieron cumplir.

"Un problema global, no sólo africano"

La ex modelo somalí y activista por los derechos humanos, Waries Dirie, ha presentado una nueva campaña de concienciación contra la ablación genital femenina, un problema que calificó como "global" y no sólo africano.

La modelo alemana Manon von Gerkan será la imagen de la campaña, que se lanza coincidiendo con el día internacional contra la ablación genital.

"Ahora sólo queda extirparle el clítoris y será perfecta" es el controvertido y llamativo mensaje que acompañará a la imagen de Von Gerkan.

Nacida en 1965 en Somalia, Dirie, "chica Bond" en la película "Alta tensión" con Timothy Dalton en 1987, es autora de la autobiografía "La Flor del Desierto", en la que investiga y desvela las claves de la mutilación genital femenina, que ella misma sufrió en su infancia.